¿Eres de los que necesita alquilar piso sólo por unos meses porque estás de paso en la ciudad? Vale. Entonces necesitas un alquiler de temporada. Aquí te explicamos cómo funciona.

No es una situación extraña tener la necesidad de mudarse a un lugar por un sinfín de motivos. Los estudios o las obligaciones laborales son las principales causas por las cuales la gente se traslada durante unos meses determinados a otra localidad. Entre las diferentes opciones, alquilar una vivienda puede ser la opción más fácil y rápida para solucionar la necesidad residencial. Cuando el contrato se firma con un motivo justificado y por un periodo de tiempo determinado se denomina alquiler temporal. Te contamos todo lo que tienes que saber.

¿En qué consiste el alquiler de temporada?
Un alquiler temporal es aquel en el cual el inquilino, aun teniendo un inmueble de su propiedad, que satisface sus necesidades residenciales habituales, alquila otra vivienda para cubrir su demanda habitacional durante un periodo determinado de tiempo. La principal diferencia entre un arrendamiento residencial y este modelo no es la duración del contrato, sino la causa que lleva a ambas partes a formalizar un acuerdo.

La Ley de Arrendamientos Urbanos no lo regula
Tanto los inquilinos como los arrendadores, a la hora de alquilar una vivienda de una manera temporal, deben saber que la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) solo regula algunos apartados, dentro de su Título III (Uso distinto de la vivienda) y IV, y la mayoría de cuestiones quedan bajo lo pactado por ambas partes, antes de la entrada a la vivienda.

El único requisito existente para optar por un alquilar de temporada es que exista un motivo justificado. Entre las causas que pueden motivar arrendar una vivienda durante un tiempo determinado se pueden destacar principalmente cuatro: necesidades laborales, periodos vacaciones, movilidad para estudiar u otras causas, como la imposibilidad de vivir en el domicilio habitual por otro hecho como obras.

A la hora de formalizar el acuerdo, ¿qué hay que tener en cuenta?
A diferencia del alquiler residencial, donde el acuerdo puede establecerse de manera verbal, si se opta por el temporal es obligatorio redactar un contrato de arrendamiento. En este documento deben aparecer el motivo por el cual el inquilino necesita alquilar un inmueble durante un periodo determinado de tiempo y todas aquellas cuestiones que han acordado ambas partes.

Nunca debe faltar la duración del contrato, que no podrá ser prorrogado, la cuantía de la fianza (la LAU establece que, todos aquellos acuerdos de alquiler que sean distintos para el uso habitual de la vivienda, sea necesario entregar dos meses en concepto de fianza), o la manera de resolución del contrato.

¿Cuáles son los derechos y obligaciones de los inquilinos?
Las principales obligaciones del inquilino son el pago de la renta mensual, comunicar y justificar el motivo por el cuál desea alquilar una vivienda temporalmente y la entrega de la cuantía en concepto de fianza. El resto de obligaciones dependen de todo lo acordado entre las dos partes, aunque lo más habitual es que el arrendatario asuma el coste de los suministros, mantenga el inmueble en las mismas condiciones que lo encontró y cumpla todo lo especificado en el documento contractual.

En el lado de los derechos, destaca que el propietario mantenga la vivienda con las condiciones técnicas mínimas para su habitabilidad, siempre y cuando los desperfectos no hayan sido causados por un mal uso o negligencia, y el derecho a recuperar la fianza, si el contrato se finaliza en tiempo y forma, no existen deudas o no hay desperfectos.

Fuente: Blog EnAlquiler